domingo, 13 de septiembre de 2009

Libro Ricky de Flema: El último punk

reportaje que me realizó mi amiga Vera Land publicada en la revista Cerdos & Peces en 2004. En su última salida, que duró apenas 2 nros.


http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-1762-2005-09-25.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-1747-2005-06-20.html

http://flemaweb.com.ar/entrevistas/monologo_cerdos_y_peces.htm

http://www.foro3k.com/musica/33570-entrevista-cris-aldana-para-el-libro-de-ricky-espinosa.html

http://www.clarin.com/diario/2005/07/03/espectaculos/c-1006858.htm

http://www.taringa.net/posts/info/3110430/Ricky-Espinosa,-El-Final.html


REPORTAJE A SEBASTIAN DUARTE POR LIBRO EL ULTIMO PUNK, AÑO 2006

Después del 30 de mayo de 2002, el día que Ricky Espinosa se tiró del quinto piso de un monoblock en Avellaneda, el mito creció alimentado de anécdotas de reviente y aguante rockero. Sin embargo, de su historia de vida se desprende el alma de un rockero de verdad, un artista. "El resto es un gran circo", define Sebastián Duarte, su biógrafo.

Por Marcela Mazzei (Ciudad.com)
En un momento de la fiesta, Ricky apareció con una torta en la mano y los fans que estaban apostados en las vallas que daba al escenario escupieron la torta a modo de código punk, que significa aprecio. Luego el vocalista se comió una porción sin ningún problema. Ricky Espinosa era una persona capaz de hacer cualquier cosa. Vivía sin límites: se bajaba los pantalones sobre el escenario y llegó a orinar al público. Era ocurrente, entrador y generoso: llamaba por teléfono a sus fans, les regalaba compactos. Pero no le cabía hacerse la estrella. Llegó a rechazar un contrato discográfico por 30 mil dólares y se lo contaba orgulloso a todo el mundo. Tenía una gran sensibilidad. "Si yo soy así, no es por culpa de las drogas ni tampoco por el alcohol...", cantaba con voz nasal. El perfil se desprende de Ricky de Flema, el último punk, la biografía del rockero que va por la tercera edición. Un libro que, sobre todo, cuenta una historia que merecía ser contada, la de un chico de clase media empobrecida de Gerli, hincha fanático de El Provenir que comenzó en la música los 80 con el metal, se convirtió en ícono punk en los 90 y en mito cuando en 2002 se tiró por la ventana de un monoblock de Avellaneda. Dando fin a una vida de angustia, excesos, carencias y mucha tristeza. Que en sus 34 años Ricky Espinosa supo transmitir en canciones, y de una manera brutal. Era un artista con todas las letras. Tenía cosas para decir y sabía expresarlas. "Traté de plasmar una época y una parte de la cultura rock de la que no se habló. Del punk nacional, que no es The Clash", cuenta el biógrafo Sebastián Duarte, periodista de la revista Pronto, que también trabajó en Cerdos y Peces con Enrique Symns, autor de la contratapa. "Conocía a Ricky de la zona sur, donde era muy respetado. En los 80 ya se notaba que hacía diferencia, que era un ser especial. Tanto por su personalidad como en lo musical: era buen guitarrista", completa el biógrafo que eligió para relatar esta sucesión de anécdotas sobre el cantante de Flema un dialecto simple, medianamente callejero, el de cualquiera que formó parte de su entorno: "Fui al barrio, hablé con dealers, me encontré con gente muy quemada o con que ya habían muerto de HIV". La historia se construye, además, con el testimonio de los demás integrantes de Flema, entrevistas a Mario Pergolini, Omar Chabán, Cristian Aldana y Niko Villano, los dos que llegaron a ser amigos de El Negro o Chuky, como le decían los más íntimos. El mismo Chabán se anima a releer sus travesuras autodestructivas y lo ubica como hijo de la época del rock heroico, con Luca Prodan y Syd Vicius de referentes: "no amoldarse al sistema social" era la consigna. Flema participó en Invasión 88, un compilado de punk en el que Attaque 77 dio el primer paso, tocó en El Parakultural, en Cemento, y llegó a talonear a Los Ramones, The Offpring, Green Day y La Polla Records cuando tocaron en Buenos Aires. Pero la banda, por obra y delirios de su frontman, sumaba otras virtudes. En el áspero ambiente punk, Ricky logró mixturar las tribus rockeras a través de la música. "No estaba afuera, él participaba del rock barrial, La 25, Los Gardelitos, y sus amigos del barrio no eran punks. Su actitud punk era subir a un escenario y cantar una de los Rolling Stones". Más allá del carisma, con lenguaje directo Ricky lograba en sus canciones un testimonio despiadado de la soledad y de la época. La canción Nunca nos fuimos empieza así: Juventud sin futuro, temprana decepción drogas, violencia, desocupación estado de muerte, repre-depresión salario de hambre, locura y ambición sabés muy bien que la máquina sin contemplación te va a tragar. Pero a lo largo de su carrera, supo conseguir una síntesis conceptual en todos los discos. Van algunos títulos: El exceso y/o abuso de drogas es perjudicial para la salud, cuidate, nadie lo hará por vos, Si el placer es un pecado, bienvenidos al infierno, 5 de copas, Caretofobia I y II y Vida Espinosa, su disco solista independiente que, además de su obra más ambiciosa, se convirtió en uno de los discos más extraños del rock nacional, según el libro. Excepto los más fundamentalistas del punk, que pusieron la lupa sintiéndose un poco dueños de su ídolo, el libro tuvo buena aceptación entre los rockeros. Aunque, quizás, si Flema existiera hoy tendría otro lugar, se desprende una triste conclusión: el “gran circo del rock” no le dio mucha cabida en su momento. Lo define bien Sebastián Duarte: “Ricky pertenecía al punk rock, que no es masivo. No al punk-pop, donde predomina la estética y no los principios, que él sí tenía. Para mí fue el grano en el culo dentro del rock. El ambiente lo sabía, y le tenían mucho miedo. Todos lo respetaban pero nadie lo iba a invitar a tocar… a ver si terminaba siendo la estrella”.

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